En los episodios anteriores de necesito esterilizar a mi gatita: iba a esterilizar a mi gatita pero me entró el miedo y no la llevé. Para ponernos en contexto, no sé cuándo nació mi gatita, solo sé que me la entregaron un 11 de Noviembre del 2011.
Es una fecha muy especial 11-11-11, no había por dónde perderse. También sabía que había que esterilizarla antes de los primeros cuatro o cinco meses, justo para que no entrara en celo.
Mi gata estaba a punto de cumplir un año, estábamos en Octubre, yo apenas estaba llegando de visitar a mi familia en El Salvador y tenía que llevarla a esterilizar, sí o sí.
Sé que el hecho que se tardara su operación había sido mi culpa y si algo salía mal porque ella estaba más grande (11 meses cumplidos) para la operación no me lo iba a perdonar, así que el miedo se me había incrementado. Investigamos en Internet varios foros dónde daban los pros y los contras de esterilizar a las gatas estando grandes.
Pasa algo muy extraño cuando las gatas ya están grandes, entran en celo cada semana, no hay tregua, están en celo 5 días, se calman 3, entran en celo 5 y así se la llevan. Cedrita ya estaba en esa etapa entonces era de esterilizarla o esterilizarla.
Ya habíamos quedado que yo sabía que necesitaba operarla porque no me puedo hacer cargo de los gatitos extras. El miedo de tan solo esterilizarla se había convertido en esterilizarla cuando estuviera en celo y por ende tuviera sus órganos inflamados.
Eso significaba que podría haber un sangrado extra por lo que podría complicarse su operación. Fuimos a preguntar, siempre a la APAQRO, para ver qué nos decían sobre la preparación.
Decidimos ir a la APAQRO porque nos queda cerquísima de la casa, probablemente lo “caro” que se siente la esterilización lo habríamos gastado en taxis, caja transportadora y misceláneos. Además, el dinero que se les entrega a ellos sabés que o es para tu gatita o es para la mascota de alguien más, así que decidimos que ese era el lugar.
Entonces, llegamos al lugar y estaba una mujer que parecía ser de las directoras del lugar (o al menos una persona que yo había visto en las fotos del Facebook oficial). Le preguntamos generalidades, le dijimos que la gata tiene 11 meses, la manera de su celo, que la preparación.
Me preocupó cuando nos recomendó llevarla cuando se le hubiera pasado el celo por 10 días, mínimo. A Cedra se le bajaba 3 días pero al cuarto ya estaba gritando de nuevo.
Le explicamos eso y dijo con cara de “ah, pues no sé”: tráiganla mañana a ver qué dice el doctor.
Llegamos a la casa, Cedrita se intentó salir de la casa y se quedó comiendo plantitas del jardincito de enfrente, le retiramos el plato de comida, le servimos agua, le cortamos algunas ramitas para que mordiera en la casa y se purgara.
Pusimos la alarma y nos fuimos a dormir.
MADRUGANDO PARA ESTERILIZAR A MI GATITA.
Me levanté a la segunda alarma. Era demasiado temprano para despertar en sábado pero eso nos haría estar más tranquilos los siguientes días que llegarían.
Mientras yo preparaba la caja para llevar a Cedrita a su operación, David dejaba lista su camisa de algodón que donaría a la causa y las tijeras en la planta baja.
Empezamos a caminar pero, increíblemente, hay mucho movimiento los sábados, así que como era lógico, Cedrita se desesperó y quiso salir de la caja. La terminé tomando en mis brazos, diciéndole que todo iba a estar bien y que los carros no iban a hacerle daño.
Se tranquilizó un poco, David le iba sobando la cabecita y yo sosteniéndola bien para que no tuviera oportunidad de saltar.
Llegamos y esperamos que llegara el doctor. Habían otros tres perros esperando y llegó una señora con dos perros más, según eran callejeros los que llegaron con la señora pero estaban bien comidos, un poco rasguñados y atendían indicaciones, así que descartaron que fueran callejeros y supusieron que solamente estaban perdidos.
El doctor llegó e inmediatamente los dueños de los tres perros lo acapararon como por 20 minutos.
Después cuando dejaron un espacio libre, lo pusimos en contexto. Le dijimos que nuestra mayor preocupación era la situación de celo/inflamación. Pero que sabíamos y entendíamos que eso era decisión del doctor, si él ya había tenido situaciones del tipo, era totalmente su decisión aceptar o denegar la operación.
Creo que el doctor sí nos vio la cara de preocupación de padres primerizos porque sonrió y nos explicó que las gatitas que él había esterilizado o estaban embarazadas o estaban en celo. Así que nos tranquilizáramos porque el tenía experiencia.
Cuando nos dijo eso nos calmó un montón, casi que respiramos y se nos bajó la tensión. Entregamos a Cedrita, llenamos un papel, nos despedimos, fuimos a nuestros respectivos cajeros, pasamos por algo de comida a un lugar donde venden cochinita pibil, pasamos por la APAQRO para ver cómo iba todo y para pagar.
Cuando llegamos ya habían esterilizado a mi gatita. No nos tomó más que ir a dar la vuelta para saber que ella ya estaba casta y sana.
Nos recomendaron dejarla más tiempo para mantenerla en observación y que no hubiera ninguna complicación, así que aprovechamos para ir a la casa, desayunar y prepararle su camisón.
LO MEJOR PARA TRANQUILIZAR A LA GATITA EN CASA.
Sabíamos que había que conseguirle un collar isabelino o como yo le llamo cono. Porque dejarla con su herida así al aire libre iba a hacer que ella se estuviera revisando, jalando los hilitos, abriéndose ahí, infectándose, iba a costar que cerrara.
Por lo mismo muchas personas recomiendan el collar isabelino para alejarle esa tentación. El problema que con el cono ese, los gatos empiezan a desorientarse, intentan caminar hacia atrás para salirse de ese cono y se desesperan.
Por lo que lo mejor era prepararle un camisón. Seguiría siendo ella misma, no habría algo extra de dónde salirse o algo que ella no reconociera y le quitaríamos de su alcance la herida para que no hubiera problemas con su cicatrización.
Para hacer su viaje de regreso a casa más tranquilo, pensé en llevarle el camisoncito a la APAQRO, así cuando llegara a la casa nos podríamos encargar de una sola vez en cuidarla, mimarla y limpiar sus heridas. Así que cuando llegamos a la casa le preparé su camisón.
Yo me encargué, con las medidas bien a grosso modo, de cortarlo. De una camisa XL salen dos, se podía tomar todo el algodón del pecho y para otro todo el algodón de la espalda.
Corté un rectángulo como para envolver a Cedrita tres veces, después, puse imaginariamente el largo de su cuerpo y a los lados empecé a cortarle varias tiritas. Así la pondría a ella en medio, tomaría dos tiritas, una de cada lado y las amarraría encima de ella, los nuditos quedarían como su columna vertebral.
Tomé el camisón cortado, guardé el otro pedazo para hacerle otro al siguiente día, sacamos una colchoneta delgadita, bajamos dos colchas gruesas y nos fuimos corriendo a traerla.
Cuando llegamos la joven nos reconoció, fue a traer a Cedrita y venía boca arriba, tenía las patitas delanteras extendidas. Como hacía mucho sol, ella le tapó la cara, así que cuando cruzó el medio patio de la casa/asociación, nosotros estábamos más o menos tranquilos.
Llegó a la sombra, extendí su camisoncito y le quitó la mano de la carita. Se me arrugó todo por dentro, sé que lo peor había pasado, después de su operación mi gatita estaba bien, estaba viva y pronto sería más independiente, pero la expresión fue muy muy fuerte.
Mientras ella empezó a hablar, yo le empecé a hacer los nudos al camisón.
Sus ojos estaban totalmente abiertos y dilatados, su lengua estaba de fuera, salivaba mucho y no podía cerrar la boca. Por la anestesia, Cedra no tenía control de sí, al menos eso significaba que le habría dolido lo más mínimo porque de verdad su cuerpo quedó dormido.
La joven nos explicó los cuidados, nos dijo que ella no comería hasta en la noche, que la anestesia se le iba a pasar hasta en 12 horas y que su cicatriz se le curaría de 4 días a una semana. Así que Cedrita podría salir a partir de una semana entera después de su operación.
En eso, nos empieza a dar instrucciones para limpiar su herida y le descubre la pancita. Se me aguadaron los ojos, ya no aguanté, la herida se veía grande, le terminé de atar los nuditos, la tomamos, le pusimos una franelita en la cara y empezamos a caminar para la casa.
CUIDADOS AL LLEGAR A CASA.
Cuando llegamos la fuimos a acostar inmediatamente en las colchonetas que tenían encima las colchas. Agarré otra colchoneta y me puse a la par suya a acariciarla.
Mi gatita estaba desorientada, no sé si veía bien porque los ojos los traía dilatados, quería moverse pero no podía, la anestesia no la dejaba, entonces yo solo la acariciaba y le recordaba que estaba en casa. Pensé que si reconocía mi voz y mis caricias se iba a tranquilizar un poco.
Al parecer funcionó un par de horas, porque sintió las colchonetas y se quedó de lado dormida un buen rato.
Lo que pasó después fue lo que posiblemente más costó. Estuvimos leyendo que el efecto de la anestesia dura muchísimo en los gatos porque ellos no tienen las enzimas para sintetizarla, así que esa cosa les dura de 10 a 12 horas. A mi gata le duró 20 horas.
Lo que costó fue que caminara despacio, de repente caminaba, se desesperaba y empezaba a correr, así era cuando se terminaba cayendo y lastimándose más.
Al final, lo que terminé haciendo fue cortar un rectángulo de algodón (corté una manga y a esa manga le hice un corte para abrirla). Ese rectángulo se lo pasaba por el pecho, tratando de no tocarle mucho la panza porque ahí tenía su herida, y la sostenía desde arriba.
Ella caminaba y yo la detenía para que no se cayera o no se adelantara o no se desesperara o no corriera. Así pasé buena parte del atardecer/noche ayudándola a caminar.
En la comida fue otra onda, habíamos hecho la cuenta que iba a empezar a comer como a las 9 de la noche. A las 7 empezó a buscar la comida, así que le llevábamos los platitos cerca para que no se moviera.
Comió unas tres croquetitas y tomó agua. A la hora las vomitó. Después tomó agua. Volvió a vomitar. Después no tomó agua. Vomitó las ramitas del día anterior. Después no tomó nada. Vomitó espuma.
Era bastante obvio que todavía no podía comer o tomar nada pero el problema es que si no llegaba nada de agua a su hígado, iba a ser peor que le bajara el efecto de la anestesia. Por esa noche lo dejamos de intentar.
Ya era bastante noche, nos habíamos levantado muy temprano, así que empezamos a arreglarle a la gorda la sala para que no se saliera de ese cuarto. Tiramos todos los colchones en el piso para que no le diera frío, le pusimos la caja de arena en un rincón, los platitos de comida cerca del lugar dónde iba a dormir, el lugar donde iba a dormir tenía todas sus colchas y lo que cerraba la sala eran los dos sillones que tenemos.
Empezamos a debatir entre dormir abajo con ella o dejarla descansar. Como yo no me había subido para nada, excepto para desbeber, porque pues, le dije que me iba a quedar abajo por cualquier cosa.
Él me hizo barra, empezó a alistar nuestra colchoneta, nuestras camas inflables y las bolsas de dormir. Bajó su lap y su disco duro porque íbamos a empezar a descansar mientras veíamos una película.
Fue cuando el vio que la gorda ya estaba escalando como podía los sillones. Empezamos a poner almohadas y cojines de este lado por si se caía del sillón o por si se quería pasar al otro lado.
Pero fue imposible, lo intentamos tres veces, las tres veces escaló, dos se tiró para este lado y a la tercera la fui a traer. Yo descansé en el costado de David y puse a Cedrita a mi costado.
La acaricié lo que duró la película y empezó a ronronear. Eso era lo que quería, no estar solita y descansar con nosotros.
Terminó la película, David se quedó dormido, Cedra estaba dormida, solo me levanté a apagar la lap y nos dormimos los tres. La madrugada estuvo muy tranquila, excepto que de repente Cedra se despertó y empezó a correr y después saltar.
No sé qué la habrá hecho asustarse tanto pero, de nuevo, la tomé, la acaricié y se volvió a dormir.
LOGRAR QUE LA GATITA PRUEBE ALGO DE COMIDA.
La mañana siguiente fue algo similar, estuve ayudándola a caminar con la franela, le hice el nuevo camisón, la estuve acariciando para que se tranquilizara. Ahora el reto era hacerla comer y que no vomitara.
Pensamos en que quizás las croquetas no eran buenas en ese instante, por el hecho de estar crujientes y que ella no pudiera ni caminar. Se le compró un sobre. Accidentalmente el sobre se abrió de más y se cayó el jugo. Cedrita empezó a lamer el jugo de su colchonetas y se quedó tranquila.
Al final fue bueno que ese jugo se saliera porque de ahí no dio un bocado en todo el día. Ni para tomar agua.
Al menos con el jugo ya sabíamos que tenía algo en el estómago y que ese algo tenía vitaminas especiales para ella. Pero nos preocupó que eso fue todo lo que comiera, no quiso probar nada más.
Fue agobiante que no comiera, al mismo tiempo nos daba gusto que ya no lo vomitara.
Conseguimos una jeringa al siguiente día. Pensamos que tal vez le costaba bajar la cabeza tanto tiempo, estirarse así, entonces le empezamos a dar agua con una jeringa.
Muchas veces se ponía inquieta, se movía demasiado y no alcanzábamos a echarle el agua en la boca. A veces caían las gotitas en sus bigotes y ya de ahí ella se lamía.
Fue totalmente el éxito conseguir la jeringa porque así sí veíamos que tomaba agua o juguito del sobre.
LIMPIAR LA HERIDA CADA DÍA.
En las recomendaciones al salir, nos dijeron que le limpiáramos la herida todos los días con yodo y un algodón. Intentamos seguir las órdenes al pie de la letra pero sabiendo cómo nos pusimos al verle la herida, pensar en tocarla me ponía más sensible.
Procedí a quitarle el camisón, mojé el algodón con el yodo y la volteé con mucho cuidado. No quería estirarla, así que de lado como se puso estuvo bien.
Cuando intenté poner el algodón con el líquido en su pancita, Cedra se puso nerviosa, se empezó a mover y le ardió un poco porque maulló por primera vez desde que la dejamos en la APAQRO.
Antes que se empezara a mover, tomé el bote de yodo y lo volteé para que le cayera un chorrito en la herida. Era mejor opción que estarle tocando ahí.
Así que como en esencia era más medicina que si se la hubiera puesto solamente con el algodón, le eché yodo cada dos días. Así ni ella se traumaba ni yo la hacía estirarse para nada.
Estos días que cuento fueron muy agotadores y sensibles, pero valieron la pena, su recuperación fue pronta y a los próximos días la dejamos salir en el patio de atrás de la casa. Es fanática de las plantitas.
RESUMEN.
- La esterilización es necesaria sobretodo si no tenés a quién pasarle los gatitos o si no podés hacerte cargo de los que vengan.
- Es preferible que la esterilización de los gatos se haga en los primeros 3 o 4 meses de vida.
- Se puede llevar a cabo la operación de esterilización en una gata de casi un año siempre y cuando el doctor tenga experiencia y acepte el reto.
- Se debe de dejar al gatito sin cena y sin desayuno para que después de la operación no sufra de vómitos.
- Lo mejor para que el gatito no se toque la herida es cortarle una camiseta y convertirla en camisón. Además de que es mejor para ellos, es más económico.
- Siempre se van a tranquilizar escuchando las voces, frases y personas a las que están acostumbradas.
- Cuando le cueste caminar, lo mejor es apoyarlo con una tira sosteniendo su pecho.
- Si no quiere comer, por lo menos hay que darle agua con ayuda de una jeringa.
- Ponerle yodo con un algodón puede ser un problema. En ese caso es mejor que sobre y no que falte, dejá caer un chorrito de yodo en su herida y volvele a poner el camisón.
- Lo menos que quiere es pasarla solo, dormí con él o ella los primeros dos días.
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